Los ambulantes mandan en Lima
LIMA -
Los jirones más convulsionados, ante la cercanía de Navidad y Año Nuevo, son Montevideo y Andahuaylas. En el primero, la presencia de ambulantes, que se cuentan por docenas, no hace más que rememorar el caos que imperó en la capital en décadas pasadas.
A lo largo de las cuadras 6 y 7 de Montevideo, los vendedores informales comercializan de todo: prendas de vestir, juguetes, comida, artículos de limpieza, entre otros. El mismo panorama se aprecia en el Jr. Andahuaylas, desde su conexión con Mesa Redonda hasta la Av. Grau.
Los ambulantes obstruyen el libre tránsito peatonal de los miles de clientes que por estas fechas acuden a las galerías ubicadas en Montevideo. De ocurrir una desgracia, cientos de personas no podrían escapar.
En el colmo de la desfachatez, y ante la inexistencia de una autoridad, los ambulantes estacionan sus autos en los tres carriles de la pista, obstruyendo el tránsito de vehículos particulares por este jirón. Incluso, previamente, otras personas se encargan de separar estos espacios públicos.
Desde sus unidades, los inescrupulosos comerciantes venden a su antojo ropa y comida, ante la cómplice y desesperante inacción de los serenos de la Municipalidad de Lima.
"Cientos de nuestros clientes y nosotros mismos quedaríamos atrapados si ocurriese una desgracia. Las tiendas sí tienen rutas de evacuación, pero en la calle los ambulantes obstruyen el paso. Esto se convertiría en un Mesa Redonda ante un desastre", señaló Gladys Narváez, presidenta del Centro Comercial Fronteras Unidas.
La dirigente indicó que numerosos delincuentes y gente de mal vivir han tomado Montevideo y Andahuaylas para cometer robos al paso. "En las noches, estas personas liban licor en la vía pública y hacen escándalos", se quejó.
La multitudinaria presencia de ambulantes se centra, además, en los alrededores del Mercado Central y Mesa Redonda, así como en varias cuadras de las avenidas Grau y Abancay.
Nadie actúa. Pese a esta convulsión, los agentes del Serenazgo de Lima literalmente están "pintados". Varios de ellos prefieren conversar durante toda la tarde antes que poner orden.
"Dígame qué ambulantes voy a desalojar", fue la increíble justificación que dio un agente a Correo. "Nosotros no podemos retirar a los autos ambulantes porque no nos compete. La que debe actuar es la GTU (Gerencia de Transporte Urbano) (¿?)", retrucó otro sereno.
Informales sí, formales no. El dirigente Santos Pimentel, del Centro Comercial Fronteras Unidas, cuestionó que Defensa Civil del municipio de Lima exija requisitos de seguridad a las galerías, pero a los ambulantes los deje trabajar sin problemas.
“Los formales tenemos varias exigencias, muchas veces injustificadas, porque el propio municipio no se pone de acuerdo. Pero a los ambulantes no les dice nada. Parece que la alcaldesa quiere ilegales y no formales”, declaró.
Calles literalmente tomadas por ambulantes que por las tardes venden a sus anchas y por las noches liban licor en plena vía pública. Arterias bloqueadas al tránsito vehicular por los autos usados por estos mismos comerciantes para lucrar. Y delincuentes por doquier. Todo ante la mirada "cómplice" de efectivos del Serenazgo. Éste es el "nuevo rostro" del Centro de Lima instaurado por la alcaldesa Susana Villlarán.
Los jirones más convulsionados, ante la cercanía de Navidad y Año Nuevo, son Montevideo y Andahuaylas. En el primero, la presencia de ambulantes, que se cuentan por docenas, no hace más que rememorar el caos que imperó en la capital en décadas pasadas.
A lo largo de las cuadras 6 y 7 de Montevideo, los vendedores informales comercializan de todo: prendas de vestir, juguetes, comida, artículos de limpieza, entre otros. El mismo panorama se aprecia en el Jr. Andahuaylas, desde su conexión con Mesa Redonda hasta la Av. Grau.
Los ambulantes obstruyen el libre tránsito peatonal de los miles de clientes que por estas fechas acuden a las galerías ubicadas en Montevideo. De ocurrir una desgracia, cientos de personas no podrían escapar.
En el colmo de la desfachatez, y ante la inexistencia de una autoridad, los ambulantes estacionan sus autos en los tres carriles de la pista, obstruyendo el tránsito de vehículos particulares por este jirón. Incluso, previamente, otras personas se encargan de separar estos espacios públicos.
Desde sus unidades, los inescrupulosos comerciantes venden a su antojo ropa y comida, ante la cómplice y desesperante inacción de los serenos de la Municipalidad de Lima.
"Cientos de nuestros clientes y nosotros mismos quedaríamos atrapados si ocurriese una desgracia. Las tiendas sí tienen rutas de evacuación, pero en la calle los ambulantes obstruyen el paso. Esto se convertiría en un Mesa Redonda ante un desastre", señaló Gladys Narváez, presidenta del Centro Comercial Fronteras Unidas.
La dirigente indicó que numerosos delincuentes y gente de mal vivir han tomado Montevideo y Andahuaylas para cometer robos al paso. "En las noches, estas personas liban licor en la vía pública y hacen escándalos", se quejó.
La multitudinaria presencia de ambulantes se centra, además, en los alrededores del Mercado Central y Mesa Redonda, así como en varias cuadras de las avenidas Grau y Abancay.
Nadie actúa. Pese a esta convulsión, los agentes del Serenazgo de Lima literalmente están "pintados". Varios de ellos prefieren conversar durante toda la tarde antes que poner orden.
"Dígame qué ambulantes voy a desalojar", fue la increíble justificación que dio un agente a Correo. "Nosotros no podemos retirar a los autos ambulantes porque no nos compete. La que debe actuar es la GTU (Gerencia de Transporte Urbano) (¿?)", retrucó otro sereno.
Informales sí, formales no. El dirigente Santos Pimentel, del Centro Comercial Fronteras Unidas, cuestionó que Defensa Civil del municipio de Lima exija requisitos de seguridad a las galerías, pero a los ambulantes los deje trabajar sin problemas.
“Los formales tenemos varias exigencias, muchas veces injustificadas, porque el propio municipio no se pone de acuerdo. Pero a los ambulantes no les dice nada. Parece que la alcaldesa quiere ilegales y no formales”, declaró.
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