martes, 4 de septiembre de 2012

(Editorial del COMERCIO) Más de lo que te imaginas

Editorial de El Comercio, Zonas rurales

La crítica que más se hace al crecimiento como principal fórmula para derrotar la pobreza es su supuesto carácter excluyente: sus efectos positivos –se dice– son “solo para algunos”. Aunque es cierto que las cada vez más contundentes cifras de crecimiento de las clases medias hacen progresivamente más difícil sostener esta posición, también lo es que el sector rural (y, particularmente, los más apartados dentro de este) ha parecido ser durante mucho tiempo una zona segura para sustentar los argumentos de los críticos del modelo.

Este tiempo se está acabando. Son ya varios, y de diversas fuentes, los estudios que demuestran que cómo nuestro continuo crecimiento ha tenido repercusiones directas e importantes en la calidad de vida del área rural. Hace poco, por ejemplo, dábamos cuenta del estudio de Macroconsult, que muestra cómo han subido los ingresos de los pobladores de las zonas aledañas a las minas importantes.

Pues bien, a estas investigaciones ha venido a sumarse ahora la hecha por el Consorcio de Investigación Social y Económica junto al Instituto del Perú. Un estudio que si bien no busca relacionar causalmente crecimiento y desarrollo rural, sí revela datos bastante poderosos con los que es fácil conectar los puntos. Por ejemplo, el estudio menciona que mientras durante todo el siglo XX el ingreso por habitante del sector rural aumentó en promedio 1,5% anualmente, ese incremento se aceleró enormemente desde 1995, cuando pasó a ser en promedio de 5,1% anual. En otras palabras, a partir de mediados de la década en que se hicieron las reformas de mercado en el país, la mejora anual del ingreso de los habitantes del Perú rural estuvo cercana a cuadruplicarse. ¿Coincidencia?

Lo que más llama la atención, sin embargo, es el progreso observado durante los últimos diez años, justo cuando el crecimiento económico y el modelo de mercado se asentaron. Así, entre el 2001 y el 2011, el jornal promedio en distritos rurales de alta pobreza aumentó de S/.8,4 a S/.21; es decir, en un 9,8% anual. El precio de la tierra en lugares aislados de la sierra, por su parte, pasó de ser S/.6.847 en el 2001 a ser S/.15.578 en el 2011, lo que evidenciaría, parafraseando el mencionado estudio, una mejora generalizada de la productividad y los ingresos de un gran número de distritos pobres. Por último, el precio de las viviendas cercanas al centro del pueblo subió de S/.7.704 en el 2001 a S/.31.223 en el 2011.

La investigación también muestra cómo la infraestructura en las áreas rurales se ha multiplicado en los años de crecimiento. Por ejemplo, indica que en la última década se ha construido prácticamente la misma cantidad de kilómetros que en los 50 años previos. El tiempo promedio de viaje en el área rural, en ese sentido, ha disminuido de 13,2 horas en el 2001 a 5 horas en el 2011. Además, el porcentaje de hogares rurales con teléfono aumentó del 2% en el 2004, a 47% en el 2010; Internet, por otro lado, es ya accesible en cabinas para el 16% de estos hogares.

Es cierto que, no obstante lo anterior, el crecimiento no ha producido para las zonas más apartadas tanta mejora en la calidad de vida como en las zonas urbanas. Pero también lo es que solo podían esperar que lo hiciese quienes piensan que lo que hace el crecimiento es llevar el pollo cocinado a la puerta de la casa. Lo que el crecimiento puede hacer es llevar oportunidades –por ejemplo, de empleo y de demanda para lo que uno pueda producir– y estas oportunidades no pueden ser aprovechadas a cabalidad sin ciertos niveles mínimos de educación, salud e infraestructura que el Estado tendría que garantizar y que hoy provee precariamente. Si pese a esto el crecimiento ha producido en el sector rural lo que describe el estudio en cuestión, cabe preguntarse cuánto más no hubiera logrado si tuviera capacidad de ejecución de gasto de calidad, si la brecha de infraestructura estuviera saneada, si nuestra educación no fuese lo que es y si los programas sociales no filtraran recursos a gente que no los necesita. Lo que ha avanzado nuestro sector rural lo ha hecho con pesas amarradas a los pies.

Pese a todo, sin embargo, queda claro que la realidad le está contestando a quienes cuestionaban cuánto llegaba del crecimiento a los sectores apartados del país con la letra de una canción de los noventa: “es (mucho) más de lo que te imaginas”.

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