miércoles, 15 de febrero de 2012

Cerca de la decisión final en La Haya ¿Y después del fallo qué?


TACNA 
A cuatro años de haber presentado el Perú su demanda ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) para que se determine el límite marítimo con Chile, ambos países han puesto sobre la mesa las cartas que sustentan sus razones y que tratarán que prevalezcan en la decisión que tomarán los jueces de ese tribunal.

Ya no hay nada que escribir. La fase escrita se acabó. Pero sí hay todavía mucho por decir. La CIJ determinará en los próximos meses las fechas en las que debe realizarse la fase oral.  Allí los argumentos serán esgrimidos, en audiencias sumamente formales. Los abogados de las partes darán lectura a sus posiciones, los miembros del tribunal las oirán, las considerarán, las evaluarán y finalmente fallarán emitiendo una sentencia.

EL FALLO ES INAPELABLE

El fallo es inapelable, y los países están obligados a cumplirlo. Perú y Chile son miembros de las Naciones Unidas. La Corte Internacional de Justicia es la única instancia supranacional que forma parte del sistema de paz y seguridad de las Naciones Unidas. Una lectura legal nos diría que allí acaba todo, sin embargo, a pesar de las declaraciones diplomáticas que van y vienen desde las cancillerías de ambos países, existe en la población una gran y razonable duda sobre qué ocurrirá después del fallo.

CHILE NO CUMPLE LOS TRATADOS

Los antecedentes muestran a un Chile que ha hecho del incumplimiento de los tratados, acompañado de la imposición,  la forma de relacionarse con sus vecinos. No es una afirmación gratuita. Solo algunos ejemplos: En 1879 invadió la provincia de Antofagasta hasta el paralelo 23, que era territorio de Bolivia, desconociendo el Tratado de Límites que había suscrito cinco años antes, donde se establecía que el límite entre ambos países era el paralelo de grado 24. En 1883 firmó el Tratado de Ancón con el Perú que lo obligaba a realizar, al cabo de diez años, un plebiscito en las provincias de Tacna y Arica, pero no lo cumplió. Ocupó por 45 años arbitraria e ilegalmente la provincia de Tarata, sin nada que lo avale. Firmó con el Perú el Tratado de Lima de 1929, donde se establece que el inicio de la frontera terrestre es el punto Concordia, no obstante, hasta hoy no lo reconoce. En 1952 firmó con Perú y Bolivia la Declaración de Santiago, donde reconoce una extensión de 200 millas para el mar de cada uno de los países. Pero Chile lo interpreta como le da la gana e impide que el Perú ocupe las 200 millas que le corresponden y que están fuera de las que le corresponde a Chile.

¿POR QUÉ CUMPLIRÍA ESTE FALLO?

¿Qué lleva a pensar que Chile acatará sin chistar un fallo que le será adverso? Los diplomáticos dirán que estamos en “otros tiempos” y que hoy no es concebible que un país incumpla un tratado o un fallo. Sin embargo, con casi toda la certeza del mundo, creo que en su fuero íntimo piensan diferente.

En estos “otros tiempos”, Chile se zurra en el reconocimiento del punto Concordia como inicio de la frontera terrestre, e invade territorio peruano a inmediaciones del hito 1. Chile no ha cambiado con el tiempo, ni en “esos tiempos” ni en “estos tiempos”.
Los diplomáticos afirman que si Chile no cumple se convertirá en un país paria para la comunidad internacional ¿Le importará eso a Chile? ¿Será más importante para Chile esa percepción, que atender a sus afiebradas exigencias de “ni un milímetro de mar”, que empiezan a hervir en su fuero interno? Los gobernantes de Chile harán todo lo que esté a su alcance para no acatar un fallo que a todas luces le será adverso.

CHILE PIERDE

Solo los chauvinistas sempiternos del vecino país creen que Chile puede ganar este proceso. Con más sensatez, el reputado diplomático chileno José Rodríguez Elizondo escribía, el pasado 21 de octubre, en el diario “La Segunda”, que se encontraban ante una demanda en La Haya donde estaba “Chile sin nada que ganar y Perú sin nada que perder. En esas condiciones cualquier ejercicio de equidad de los jueces significaría ganancias para el vecino país.” (Resaltado nuestro).

El diplomático sureño, en un simple análisis pone en evidencia que sobre las áreas en disputa Chile “ejerce soberanía”, y que el Perú sobre ellas “solo tiene expectativas”, por lo que el fallo adverso para Chile le será muy duro.

PERU GANA

Perú no tiene nada que perder, solo tiene que recuperar algo que físicamente no está en sus manos. Lo que significa: ganar.
La Corte se pronunciará a favor del Perú en los derechos que le corresponden en el llamado triángulo exterior, que son parte de sus 200 millas, y que están además fuera de las 200 millas que le corresponden a Chile. Pero este las ocupa por la imposición arbitraria de la que hace gala cuando sus fuerzas se lo permiten.

El inicio del trazado del límite marítimo obligará a la Corte a reconocer como punto de inicio de la misma, el punto de la frontera terrestre que llega al mar: el punto Concordia.

El trazado del límite marítimo en el área de controversia puede tener interpretaciones diferentes dentro de los principios equitativos y la finalidad de lograr la equidad en dicha delimitación. Cualquier interpretación, sin embargo, estará lejos del establecimiento del paralelo geográfico en toda la extensión en dicha área.

NADA SERÁ IGUAL

Después del fallo nada será igual, sea cual fuere la reacción que ocurra en ambos países. Ambas naciones están en camino de abrir la puerta a una nueva relación. El fallo cerrará un capítulo en las relaciones fronterizas que iniciaron Perú y Chile, hace menos de un siglo, como consecuencia de los resultados de la guerra. Al mismo tiempo se abrirá otro de pronóstico incierto.

EL CAMINO CIVILIZADO… 

Un acatamiento civilizado e inmediato del fallo podría ser el inicio de la construcción de una relación equitativa, de complementariedad, de colaboración y de retos comunes para asumir la tarea de lograr el desarrollo para los pueblos de ambas naciones vecinas, que nunca fueron hermanas (hipocresías aparte). Tarea enorme para grandes hombres y mentes lúcidas, donde se mostrarán a plenitud los dirigentes de ambas naciones, que tendrán que superar, en la práctica, las desconfianzas sobre las cuales por décadas se han construido relaciones, cuya expresión concreta es estar enfrentados en esta Demanda.

EL DESACATO CHAUVINISTA

Poner en duda lo que decida La Haya, con triquiñuelas legales, con interpretaciones antojadizas, con artificios, con intemperancias, con proclamas, o con lo que sea, lo único que hará es abrir más la brecha histórica, reavivar chauvinismos, alimentar odios, buscar revanchas, acrecentar xenofobias, dar oportunidad a quienes prefieren la fuerza de las armas antes que la razón, y abrir un nuevo camino de desencuentros que serán eternos, donde la concordia y la hermandad no tienen cabida.

Por: Jesús Suárez Berenguela.  

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