
Si los periodistas han sido exactos, en un insólito giro de lenguaje, Alan García ha dicho que prefiere guardar silencio pues de otro modo el Presidente “se me encrispa”. La sensación es que Ollanta Humala se puede crispar o encrespar, si quiere, pero no ambas al mismo tiempo. Quizás García pensaba en las dos palabras a la hora de declarar, y saltó el neologismo.
El fondo de la declaración es que García guarda cosas que desagradarían a Humala, y que está cuidando la buena relación. Pero a la vez no se priva de informar que esas cosas con potencial encrispador existen. Con lo cual tenemos una explicación de su silencio, que no es absoluto, y los elementos de una suave reconvención en regla.
¿Qué pueden ser esas cosas? Lo primero que viene a la mente es un comentario a la llamada megacomisión contra el Apra dedicada a dar palos de ciego en el Congreso. Quizás son algunos comentarios desde la experiencia, sobre estos siete meses de gestión. Por ejemplo, un alcance puntual sobre cómo se debe conducir un presidente.
Sin embargo García ha dicho bastante en esta temporada. Ha agitado el cotarro al referirse a un cambio de palabras con Humala sobre el indulto a Alberto Fujimori. Felicitó al gobierno por capturar a “Artemio” y por anunciar la línea dos del tren eléctrico. Dio su apoyo a Óscar Valdés frente a la campaña de rumores sobre su salida.
Ha habido comentarios menos amables, como llamar a la megainvestigación parlamentaria contra el Apra “una cacería de pulgas”, o sostener que algunos de los ataques contra él son en verdad ataques encubiertos a Humala. La lista es larga, y el común denominador es un García que muestra los colmillos para que nadie olvide que puede ser un enemigo peligroso.
Hoy los ataques contra García son un asunto casi cotidiano, pero no se comparan con lo que se escuchó en tiempos de Fujimori. Pero ayudan a mantener al ex presidente en el candelero. Una parte importante de sus declaraciones son respuestas a alguno de sus enemigos, por lo general en defensa de sus pasados cinco años de gobierno.
Si bien no parece ser intención de García estructurar un mensaje tan temprano, algunas grandes líneas asoman. Por ejemplo, el reconocimiento de logros de este gobierno, con énfasis en lo que tienen de continuidad (“Artemio”, tren eléctrico, inversiones). En esta medida se le puede ver como un apoyo al Ejecutivo.
García siempre ha visto la presidencia constitucional como una suerte de club exclusivísimo, con reglas y solidaridades. El respeto y buen trato con Fernando Belaunde y Valentín Paniagua fue mutuo. Alejandro Toledo prefirió afiliarse al otro club, el de los antialanistas. No ha sido hasta aquí el caso de Humala, ni tendría por qué serlo.
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